El Paseo de la Fuente de la Bicha


Hoy voy a hablarles de un paseo del que he disfrutado en infinidad de ocasiones. Se trata de una ruta junto al río Genil. Casi con toda seguridad, muchos ya han adivinado el lugar del que les hablo; se trata de una de las llamadas “rutas del colesterol” de nuestra ciudad: el paseo de la Fuente de la bicha.
Comienza en el Puente Verde: llamado así por el anterior puente que atravesaba el río, que estaba construido en madera, y pintado de dicho color. Ya que el actual fue construido por orden del General Sebastiani, para el más cómodo paso de las tropas napoleónicas, con las piedras de la mitad superior de la torre que Siloe construyera para el Monasterio de San Jerónimo.


Transcurre en un primer tramo,  junto a las pistas deportivas de la Bola de Oro. En el mismo es fácil encontrar a personas mayores sentadas en los bancos, de charla o  con un periódico o un libro que les hacen muy buena compañía. Y en el cauce del río, con un poco de suerte, encontraremos piragüistas en pleno entrenamiento.
El segundo tramo es de tierra, con un camino algo más estrecho. A nuestra derecha ya aparecen las primeras hortalizas, con árboles frutales en flor y las plantas de las habas, que muy pronto nos comeremos hechas en la sartén, con paletilla y con un buen huevo frito. Los aromas ya empiezan a ser diferentes, pues es el punto de la ruta en el que se hace más evidente el paso de la ciudad al campo.


Poco más adelante llegamos a una bifurcación: si tomamos el camino de la derecha, subiremos por una vereda hasta llegar a la Fuente de la Bicha, de la que aún brota agua potable y de la que hay quien dice que tiene propiedades medicinales; pero si en la bifurcación giramos a la izquierda, atravesaremos un pequeño puente de madera.


A partir de ese punto, tendremos el río a nuestra derecha, con una vegetación más propia de una ribera: con cañaveral, choperas, sauces, mimbreras, madreselvas, zarzamoras, rosales silvestres. El resto de la ruta se hace ya por este camino y serán nuestras fuerzas y nuestras ganas de disfrutar más de la naturaleza, las que nos empujarán a continuar hasta Pinos Genil, donde recomiendo hacer una parada y tomar una cerveza bien fría.



Os invito a hacer esta ruta; a embriagaros con los colores, olores y sabores que nos ofrece esta época de plena eclosión primaveral. La primavera encierra la magia del renacimiento de la vida: aparecen los primeros brotes de las plantas; las primeras flores asoman por las que antes parecían ramas inertes; los pájaros buscan su pareja en acrobáticas danzas en pleno vuelo; y como fondo, nunca faltará, el sonido del agua de la nieve derretida de nuestra Sierra Nevada, en su descenso por el Genil.

La primavera es todo un canto a la vida, el momento ideal para renovar nuestros votos con la misma, para respirar muy profundo con los brazos en cruz y sentir cómo fluye por todo nuestro ser.



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