He soñado con una mesa camilla...



Tal vez haya sido por el cansancio acumulado durante la semana; tal vez influyera que ayer tuve un buen día en el plano laboral, ensombrecido por una muy mala noticia que no esperaba; tal vez se debió a la cercana conversación que disfruté con una buena amiga y a las cosas que nos contamos; tal vez puso de su parte el regreso a casa, solo y bajo la lluvia, en el que tuve tiempo de recapitular lo sucedido en las últimas horas: con toda seguridad se debió a la suma de todos esos elementos que, bien mezclados en mi interior, se adentraron en el mundo de lo onírico.



La noche pasada me he visto en una casa de pueblo, sentado en un sillón orejero, con las piernas cubiertas por las enaguas que recuerdo en la mesa camilla de la casa de mi abuela. Me sentía feliz, relajado y en paz. En uno de los brazos del sillón tenía la libretilla de notas que suelo usar a diario, sobre la misma un bolígrafo de tinta negra con el que suelo anotar las ideas cuando ya las tengo algo depuradas; en mis manos tenía un extraño libro, y digo lo de extraño, debido a que cuando pasaba la página, con ese cuidado que ponemos los maniáticos en la buena conservación de los libros, el contenido era el de un título que nada tenía que ver con el de la página anterior. De modo que leía poemas de Juan Ramón Jiménez y al pasar la página me encontraba con Poe o con Oscar Wilde. Y yo no dejaba de hacer anotaciones con el bolígrafo de tinta negra; sentía fluir las ideas y cada una de las que llegaban era mejor que la anterior: me sentía borracho de creatividad.
Recuerdo en el sueño, a un murciélago que revoloteaba por la habitación y que no logró hacerme salir de mis pensamientos; recuerdo a una señora mayor que, cada diez minutos, se acercaba a mi oído por detrás, miraba con atención mis anotaciones y me hacía alguna pregunta: ¿al final morirá la chica rubia de cabellos rizado? ¿El personaje que camina por la luna será capaz de bajar a la Tierra algún día a enfrentarse con la realidad? ¿Acaso los muertos hablan? ¿Serás capaz de ganarte la vida con estas tonterías?... Ni con estas preguntas me distraía de ese estado de embriaguez creativa; más bien al contrario, sus preguntas las usaba como frontón entre lo onírico y la realidad.




Ha sido un gran sueño y me he levantado tarde, descansado y con una sonrisa.

Las ideas fluyen en mi interior.

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