La gente que nos rodea se comporta como las hojas de un árbol
La gente que nos rodea se comporta como las hojas de un
árbol: cuando estamos vigorosos, alegres y rebosamos salud, nacen a nuestro
alrededor todo tipo de supuestos amigos; pero cuando llega el frío y hay que
soportar un largo invierno a la intemperie, te abandonan mecidos por un viento
que les promete la seguridad del suelo. Te dejan a solas con las cuatro o cinco
ramas, que a pesar de quedar desnudas, nunca te abandonan. Son esos los únicos
verdaderos amigos que tienes.
No olvides que la fuerza vital para hacer que vuelvan a
salir nuevos brotes, sale de dentro de árbol; de modo que no pierdas nunca la
fe en tus posibilidades ni fíes tu futuro a la ayuda externa.
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